Muerte blanca
Vivo en el humo de un cigarrillo
que enciende y apaga su lumbre al
compás de un ronco quejido sin eco.
Arrastro la noche de un tango en
las gastadas baldosas de la vereda
de una ciudad vacía y marchita.
Transito esta pausa de años entre
que nací y morí,
nuevamente veo tu cara en el
umbral de la lluvia.
Como un poema que empiezo a
escribir y se desvanece,
así la noche me trae consigo la
mano de quién
a partido.
Y no consigo dormirme.
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