Etiem ya me había advertido,- Rodriguitico; como me dice él;
-hay una abeja ahí-, y señala el piso de la sala cerca del sillón; -vamos a
dejarla tranquila le digo, más tarde seguro sale por la ventana. Eran como las
siete de la noche, luego me olvidé del asunto.
Hoy me levanto temprano, me ducho, y luego hago café. Voy a
sentarme al sillón de la sala, cuando apoyo la mano sentí el pinchazo,
inmediatamente me di cuenta. Voy rápido y busco un cubito de hielo para
colocarme en la mano, cuando regreso al sillón veo la abeja muerta en el piso,
triste destino este el del pobre bicho, picar y morir sin siquiera disfrutar
del asunto. Me siento, la observo, diría que me dio pena. Varias imágenes pasan
en una fracción de segundo por mi mente; el cuento del chino con el alacrán que
lo picaba cada vez que este intentaba agarrarlo; otras imágenes sobre el
cuidado y preservación de los animales, hasta una imagen mía practicando el vegetarianismo.
Hasta ahí; tomo un sorbo de mi café y el mundo sigue. La abeja …; en el piso.
Etiem. Recuerdo.
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