Se quitó la remera a oscuras en
su cuarto y alcanzó a ver los pequeños relámpagos que se desprendían de la
misma. Al otro día se levantó con el propósito de averiguar que era aquello. No
tardó mucho en llegar a todo un compendio sobre electricidad estática que
cautivo su atención por el resto de su vida. Sin pérdida de tiempo contactó con
uno, dos, veinte y así miles de personas que les pasaba lo mismo. Con el correr
del tiempo llegaron a la conclusión, reunidos en un plenario, de que podían
paliar gran parte del déficit de energía mundial, fundaron una asociación a
la que acertadamente llamaron SPEE Sociedad Productores Electricidad Estática. Según sus cálculos se necesitan
cien mil personas para producir durante dos horas la electricidad suficiente
como para cargar diez celulares. Es así que día a día se reúnen diferentes
grupos de personas en el predio abandonado del ferrocarril y durante dos horas
se sacan y ponen sus remeras y se frotan entre ellos, de cada remera salen unos
delgados filamentos conectados a una gran batería. Dicen que además de ser algo
ecológico, el tema de juntarse, hacen mucho ejercicio. Los diez afortunados que
cargan sus celulares ese día son sorteados ante escribano público.
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