lunes, 31 de octubre de 2016

Se quitó la remera a oscuras en su cuarto y alcanzó a ver los pequeños relámpagos que se desprendían de la misma. Al otro día se levantó con el propósito de averiguar que era aquello. No tardó mucho en llegar a todo un compendio sobre electricidad estática que cautivo su atención por el resto de su vida. Sin pérdida de tiempo contactó con uno, dos, veinte y así miles de personas que les pasaba lo mismo. Con el correr del tiempo llegaron a la conclusión, reunidos en un plenario, de que podían paliar gran parte del déficit de energía mundial, fundaron una asociación a la  que acertadamente llamaron SPEE Sociedad Productores Electricidad Estática. Según sus cálculos se necesitan cien mil personas para producir durante dos horas la electricidad suficiente como para cargar diez celulares. Es así que día a día se reúnen diferentes grupos de personas en el predio abandonado del ferrocarril y durante dos horas se sacan y ponen sus remeras y se frotan entre ellos, de cada remera salen unos delgados filamentos conectados a una gran batería. Dicen que además de ser algo ecológico, el tema de juntarse, hacen mucho ejercicio. Los diez afortunados que cargan sus celulares ese día son sorteados ante escribano público. 

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